La ley innata - Extremoduro


No me gustaban. No, es cierto, ante el desconocimiento -ese terrible aliado de la violencia- opté por lo más fácil, prejuzgar. Y todo lo que fuera Extremoduro lo denostaba porque era de ellos. Pero llegó un día, el día en que comprendes que la música, la buena música, no está limitada a un estilo o determinados grupos, en todos los estilos (o casi todos) hay buena música. Por ello llegué hasta ellos, además con una canción preciosa, 'Standby' del disco anterior a este 'Yo, minoría absoluta'. Tras esto me adentré más en su campo de acción y conseguí este disco, especial como pocos. El análisis que aquí haré sobre el disco será 'breve' en cuanto a las letras, ya que, con la experiencia sobre el mismo que me ocupó veinticinco páginas he decidido acortarlo para mayor facilidad lectora. Extremoduro saca este disco seis años después del último publicado 'Yo, minoría absoluta' con un cambio de estilo totalmente nuevo y para unos, acertado, para otros desastroso. Yo soy de los que piensan lo primero, evidentemente. Consta de seis partes que forman parte de una misma canción e historia, un concepto ya utilizado por el grupo en discos como 'Pedrá'. 

Empieza con 'Dulce introducción al caos'. El título de esta canción lo dice todo. En toda la historia intrínseca del disco encontramos elementos de esta 'pequeña' introducción. En ningún disco Extremoduro había empezado con algo tan 'dulce'. El primer riff -importante, quedaros con él ya que luego veremos algo muy interesante- a cargo de Uoho te hipnotiza y da paso a Robe y a su historia. Empieza contando como es el amor primerizo que mantiene, el amor se refleja en la 'Canción donde nunca pasa nada', el arbolito o el reloj que marca las horas. La canción comienza a endurecerse a medida que el relato cuenta los primeros valses del desamor. Musicalmente sigue la línea de algunos temas de 'Canciones prohibidas' como 'Golfa' o la citada anteriormente 'Standby'. Los violines toman importancia en esta megacomposición que te 'introduce' a ese pequeño y gran mundo caótico que es Extremoduro y su 'Ley Innata'. Los arpegios de Uoho te acarician, la voz de Robe es inusitadamente suave, como para acurrucarte. El neoclasicismo está por todas partes en esta canción, pero cuando más nos lo demuestran es en esa adaptación de la Cantata nº 147 de Johann Sebastian Bach en el minuto 4:00. Tras esto la caña habitual de Extremoduro se mete en la canción de tapadillo que enlazará a la perfección con el siguiente corte de la Suite: 'Primer movimiento: El sueño'. Como ya he avisado haré un pequeño análisis de la letras y la historia que se conjuga en ellas ya que tengo mi propia teoría al respecto. En esta introducción, como ya he dicho, vemos el amor y la ruptura, el desamor hecho cuerpo y mente y de como esa ruptura ha hecho que nada en su vida tenga sentido. 

En la segunda canción 'Primer movimiento: El sueño' encontramos un ritmo de canción muy inusual en ellos, y sobre todo, encontramos el enlace entre todo el disco, que aparece en diversas formas y sentidos en todas las canciones restantes. Os invito a que lo busquéis, aquí os lo pongo pero en los demás es trabajo vuestro. Empezaría sobre el minuto 1:20 y se compone de un determinado punteo de guitarra y unas frases de Robe ('Buscando mi destino, viviendo en diferido...'). Tras esta incursión en el metadisco nos encontramos con la parte pinkfloydiana del disco (influencia máxima de 'Dark Side of the Moon') quizá para denotar esa influencia de los sueños, de la bajada a los infiernos de la mente y la ambivalencia entre la realidad y el sueño. La canción, musicalmente hablando, es la más floja del disco -eso no quiere decir que lo sea en general- pero la historia que cuenta es vital para seguir con el mismo. Robe está completamente desesperado por la ruptura y confunde la realidad con sus sueños, ya no puede vivir tranquilo y su viaje hacia la locura acaba de comenzar.

Tras esto nos encontramos ante la mayor maravilla del disco 'Segundo movimiento: Lo de fuera' (título revelador por ver como se desarrolla la canción, dando a entender que habla del exterior de él, lo de 'fuera' de su persona). El comienzo está acompañado por un violín, una flauta y una guitarra, que se van incorporando 'in crescendo' nos transporta al mundo del protagonista de la historia, que ya no cree en nada ni nadie, pero intenta recuperarse. Los once minutos que dura no tienen desperdicio, en ninguna de sus formas. En este sentido, no tengo la capacidad para diferenciar los múltiples instrumentos pero sé que en el disco se llegan a tener hasta noventa y seis pistas. Con esto ya podemos imaginar la magnitud y complejidad que tiene esta megacanción. Las guitarras de Uoho son para enmarcar y ojo al bajo que tiene una diversidad increíble, con una importancia inusitada en un disco de Extremoduro. Los matices de la voz de Robe no tienen desperdicio y sin duda el batería ha mejorado muchísimo (o se le ha dado más libertad) desde el último disco ya que da el toque y ritmo perfecto a cada corte. La mezcla ecléctica de instrumentos que va creciendo durante toda la canción hace que no te des cuenta de que te están llevado a su terreno, a toda pastilla y sin frenos. Si te gusta esta canción estás perdido, como el mismo protagonista. Tras una primera parte más Extremoduro (aunque con toques clasicistas, sinfónicos o progresivos) nos encontramos con una línea que seguirán mucho más en su siguiente disco (ver 'Mi espíritu emperecedero') que empezaría sobre el minuto 4:10. Unas vetas de canción mucho más pausadas, más alegres si se me permite el registro y más románticas, aunque con matices de desamor ('vente a la sombra amor, que yo te espero, que tengo el corazón aquí con bien de hielo'). Uoho saca tras esto su solo más limpio y nos deleita con un tapping en perfecta armonía con la introducción de la canción.
Ahora pasamos a un registro mucho más íntimo, nos metemos de lleno en la mente del protagonista, con una guitarra que se basta y se sobra para ello, y así llegamos al punto álgido de la canción donde tendréis que buscar la conexión de la que os hablaba, y sobre todo dejaros llevar por la especie de rumba electrificada de Uoho que da paso al mejor trozo de todo el disco, tanto por la letra como por la música ('Sueño que empieza otra canción, vivo en el eco de su voz...'). Esto es el apocalipsis y nosotros lo presenciamos, estamos viendo como todo el mundo del protagonista se quema ('llegó el verano y asoló la primavera...') y se hace cenizas. Como todo lo que existe se funde en una intensa niebla y no podemos sino ver como se desgarra por dentro hasta que estalla y su cabeza no aguanta más y vuelve a repetir una y otra vez sus amarguras discutiendo consigo mismo y quedándose completamente desolado. La música va en aumento de intensidad y el grupo en la vida ha sonado mejor. 

En el 'Tercer movimiento: Lo de dentro' Robe se declara apátrida, como en toda su carrera, y nos cuenta cual es su auténtica bandera ('miente el carné de identidad, tu culo es mi localidad'). La violencia de esta canción casa perfectamente con la trayectoria de Extremoduro en general y nos muestra la cabeza, 'lo de dentro' de la mente de este hombre que es una guerra continua contra él y contra el mundo que le rodea. Aquí tengo que pararme y dar un aplauso al batería. En la vida este grupo había tenido un doble bombo de tal magnitud. Este hecho, y el ser la canción que más relación tiene con sus discos anteriores, sobre todo con 'Yo, minoría absoluta', hace que sea la canción más heavy que haya hecho Extremoduro en toda su trayectoria. Entre las guitarras cortantes y mastodónticas de Uoho (no sé ni cuantas llegan a sonar simultáneamente), el doble bombo, el bajo aporreando los oídos y Robe gritando como en los mejores tiempos la convierten en la canción más bestia del disco. La locura de su mente se va haciendo más pequeña a medida que avanza la canción, ha soltado toda la rabia que lleva dentro y poco a poco se va calmando, siente que puede tomar el control. Por ello la música se va relajando, suavizando y llegamos así a mi corte preferido del disco 'Cuarto movimiento: La realidad'.

Esta es una canción que sobrepasa los límites de la música, para mí como 'Wish you were here' de Pink Floyd. Una canción que regala paz, tranquilidad, con una banda en perfecta armonía, perfectamente ordenada, conjuntada con los instrumentos clásicos y con la mejor parte de la historia que cuenta el disco. Cuenta como su mente ha vuelto a la normalidad, ha salido de las tinieblas y se dirige hacia la luz, sabe que se volvió loco ('y me busco en la memoria el rincón donde perdí la razón...'), el porqué (hice un barquito de papel para irte a ver, se hundió por culpa del rocío', como una metáfora de su búsqueda -fallida- de la felicidad junto a ella) y se conciencia de que no la puede tener (y ahora que ya no hay nada ni dar...'). Uoho está simplemente perfecto en su función de la guitarra y el grupo entero te acoge en sus brazos para no soltarte. Incluso músicas tribales son capaces de meter aquí y la canción tiene una estructura perfecta. Pero llega el corte, la ruptura con esa tranquilidad y volvemos a la parte pinkfloydiana que ya apareció en 'El sueño' que simbolizaba su bajada a los infiernos, su 'Elogio de la locura' particular. Porque esto no ha acabado amigos, queda el epílogo.

'Coda flamenca (otra realidad)' es el final del disco en el que Robe se arranca por bulerías con más o menos acierto pero con una emoción increíble ya que nos cuenta el final de la historia, el desenlace de este 'cuento' de amor/desamor. Robe nos dice que ya no hay fuego, que está totalmente recuperado, que solo queda humo de ese amor perdido. Se muestra optimista, con ganas de seguir adelante pero no por nada hemos escuchado la bajada a los infiernos en la canción anterior. Se produce la ruptura definitiva con la realidad, se da por entero a la locura de ese amor y reniega de todo dicho anteriormente para declararse en amor con su amada ('y qué si me condeno por un beso')  e incluso lo compara con su misma vida ('y que si necesito respirar'). Por último, como si de un bucle eterno se tratara nos canta ('canta la de que el tiempo se parara...') citando así a la primera canción del disco, como diciendo que para él nada ha cambiado y que sin ella no puede vivir. El detalle final de acabar con el mismo riff con el que empieza no es sino una muestra del bucle formado en todo el disco, una forma de demostrarnos que la historia se puede repetir una y otra vez. 

Técnicamente este disco es apabullante, que puede no gustar a los fans más clásicos de Extremoduro (que gustan más por canciones directas y cortantes) pero con esto el grupo demuestra que la época cañera, rockera, alcanzó su cénit con 'Minoría absoluta' y por ello debían de buscar otros derroteros por los que adentrarse y acrecentar su música. Para mi, fue el acierto de su carrera y creo que este disco es el adecuado para entrar dentro del universo de Extremoduro si te gustan músicas complejas (clásica, jazz, progresivo, etc.) pero no si te gusta la música más directa, más orientada al corazón y no tanto a la cabeza, ya que para eso estarían 'Minoría' o 'Agila'. 

El mejor disco de Extremoduro, una obra maestra de la música y uno de los mejores cds del rock español. Compartiendo trono de mis discos favoritos. 

Análisis dedicado a Gemma por ser la ley innata que forma mis locuras y los desvelos de mi mente.


Miembros:
Roberto Iniesta - Voz y guitarra
Iñaki 'Uoho' Antón - Guitarra, órgano, productor.
Miguel Colino - Bajo
José Ignacio Cantera - Batería