Segundo Movimiento - Into Glory Ride
Vale, sí. No creo que exista nada más hortera que esta portada. Quizá ese pañal gigante con piel de cordero sea lo único que supere al conjunto. Y si nos ponemos a comentar lo que Manowar representa voy a estar de acuerdo en todo lo negativo que podáis pensar: que su autoproclamación de "reyes del Metal" suena ridícula e incluso algo ofensiva (no olvidemos que ellos también son la vara de medir de lo que se puede o no considerar "true metal"); que la mayoría de nosotros podría componer una canción de la banda simplemente combinando algunas de sus palabras clave: steel, thunder, blood, sky, warrior, metal, kill o king, por poner los ejemplos más sangrantes; incluso que en su afán por seguir sonando como el verdadero e inimitable "true metal" se han convertido más en una parodia de sí mismos que en algo que la comunidad pueda respetar.
Como os digo, no tengo nada que decir sobre todas estas afirmaciones, ya que son las mismas que sobrevolaban mi cabeza cuando conocí a la banda. Y es que esa fachada tira para atrás al más metalero. Piensas que te vas a encontrar con una serie de discos de un grupo de señores a los que les gusta más disfrazarse que la música. Sin embargo, todo esto es cierto hasta cierto punto. Ahora entenderéis por qué digo esto.
Ya habréis imaginado que esta aventura dentro del camino de la banda más metalera de todos los tiempos comenzó con la ya citada lista de rateyourmusic de la que os hablé en la anterior entrada. Y como también habréis imaginado, mi sorpresa al ver este disco en el tercer puesto de la lista, sólo por debajo de Powerslave y Sad Wings of Destiny, no pudo ser más mayúscula. ¿Estos tipos vestidos de Conan a la altura de dos piedras angulares del género? No daba mucho crédito al ránking pero aún así decidí darle una oportunidad al disco. Y decidí hacerlo por dos razones: porque el mismo usuario ya me había convencido lo suficiente con el USPM y porque pensé que quizá hubo un punto en la carrera de Manowar en el que no estaban pensando tanto en parecer metaleros como en serlo.
Mis anteriores encuentros con la banda musculosa habían sido efímeros. Alguna canción suelta del Kings of Metal que me parecía bastante buena, varias escuchas al Fighting the World (que me sigue pareciendo un disco de Kiss), una pequeña obsesión con Warriors of the World United (ese tipo de obsesión que te hace escuchar la misma canción en repeat durante semanas). Poco más. No terminaban de conquistarme ni su estética ni su mensaje, aunque cuando los escuchaba sí que había algo que me atraía, sin saber muy bien qué o por qué.
Así que como no podía ser de otra forma, me coloqué mis pulseras de cuero y pinchos y le di al play. Pero antes de comenzar a describiros mis sensaciones, no puedo dejar pasar esta oportunidad de oro. Porque gracias a este álbum yo he descubierto a otros Manowar y me gustaría animar a todo aquel que tenga cierto interés en hacerlo que se me una. Pero no con este disco, sino con la canción que le da título al mismo: Battle Hymn de su anterior y primer disco Battly Hymns. Sinceramente, esta es una canción que puede sustentar toda una carrera musical. Si Manowar sólo hubieran grabado esto ya se habrían ganado un lugar en el Panteón de los más grandes del género. Afortunadamente para nosotros, todavía tenían unos cartuchos extras de sobrada calidad. Si podemos categorizar como paradigma del metal épico alguna canción en la historia, sin duda sería esta. Comenzando como un medio tiempo muy potente, las melodías de cada uno de los músicos se van entrelazando al compás del gallardo ritmo de la batería de Donnie Hamzik, y cuando el portentoso Eric Adams comienza a agitar su instrumento recitando aquello de "By moonlight we ride, ten thousand side by side" te das cuenta de que aquí estamos hablando de algo más que un simple grupo americano. Aquí estamos hablando del poder de la música, de la capacidad de generar los más dispares y profundos sentimientos a través del conjunto de los diferentes elementos que la conjugan. Porque tras la primera cabalgada en la que nos encontramos frente a frente con el enemigo, estos cuatro guerreros nos transportan a la visión de ese Valhalla que todos los combatientes anhelan mediante un onírico pasaje en el que prácticamente podemos notar a Adams acunándonos con su voz. Y sólo un minuto más tarde consiguen sacudirnos hasta las entrañas con la que es -a mi parecer- la mejor representación de una cruda y épica batalla en la historia de la música popular. El momento en el que entra la banda con toda la potencia imaginable mientras Eric alcanza notas que no son de un ser humano cantando eso de "Sound of charge into glory ride, over the top of their vanguished pride" es sencillamente colosal. Pierdo la cuenta de las bandas que venderían su alma al diablo por poder crear algo parecido a ese minuto. Aquí nos damos cuenta de que Manowar ya lo había hecho y, aprovechando ese milagro de la creación que es Battle Hymn, decidieron estirar lo conseguido en esta canción en su siguiente disco a través de su más icónico verso: Into Glory Ride.
Tengo que matizar que, si bien el Battle Hymns no es un mal disco, tampoco es bueno. Quiero decir, el resto de canciones que lo componen se quedan más en una especie de copia a la americana de unos Judas Priest que de títulos con sello propio. Creo que DiMaio y compañía se dieron cuenta del monstruo que habían creado y decidieron que a partir de ese momento, su música se definiría así. Que cualquiera que escuchara Manowar los reconocería al instante. Gracias a esos coros, esa épica o esos trotes de la guitarra, los americanos estaban forjando en hierro candente su propia personalidad. A la vez, casi sin querer, también configuraron el tablero de juego de un nuevo subgénero que alcanzaría su madurez en los años noventa.
Así que, un año más tarde, DiMaio, Adams y compañía recogieron su propio legado y dieron a luz al disco que nos ocupa hoy, esta vez contando en sus filas con el batería Scott Columbus. Sé que Columbus no es el batería más técnico del mundo, pero tampoco entiendo las críticas que se le achacan. Creo sinceramente que es un elemento clave para el sonido Manowar, además de ser una pieza que permite sostener en la tierra a sus extravagantes y excesivos compañeros. Para muestra de mi argumento basta encontrarnos un sólo de batería de más de cuatro minutos en una canción que supera los 28 minutos de duración en el Triumph of Steel (época Rhino). Ahora bien, hechas todas y cada una de las presentaciones, es hora de centrarnos.
El disco arranca con la vena más macarra de estos Manowar con Warlord, recordándonos, o en cierta forma cerrando, las ya citadas canciones de su Battle Hymn. Es un tema que, como ya apuntaba en las anteriores, nos puede recordar a los Judas Priest más directos (esos del Hell Bent for Leather o Breaking the Law). Para mí esta canción constituye el eslabón más débil de toda la cadena del disco, ya que aporta poco o nada nuevo al género o a la carrera de Manowar. Pero cuando acaba este tema...¡ah! Nos encontramos con Secret of Steel, una canción que reduce exponencialmente el tempo que había mostrado su predecesora a través de los pausados y rítmicos golpes de Columbus en la batería, y unos riffs de la sección de cuerdas que, aunque pudiera parecer que retoman la tradición sabbathiana, en realidad están explorando otro sendero. Porque este conjunto de elementos no pretende arrasar con todo lo que encuentre a su paso como lo hacen los de Iommi, sino más bien arroparte, envolverte en su manto de acero y hacerte volar hacia el Valhalla como un auténtico guerrero. No hay más que escuchar esos coros semicelestiales del estribillo o el "RISE" que se repite casi como un susurro de un antiguo Dios que te anima a seguir en la batalla. ¿Toda esta explicación no os suena peligrosamente a algo? Os estoy dando pistas.
Llegamos a una pieza clave dentro de este disco y sin duda en la carrera de Manowar: Gloves of Metal. Y digo clave no tanto por el apartado musical (esto fluctuará mucho con los años) sino más bien por el estilístico: aquí la banda plasma su leitmotiv más fundamental, esos lemas que repetirán en todos y cada uno de sus discos: qué es ser metalero, cómo serlo, los metaleros somos una comunidad que jamás se destruirá, combatimos al mundo, etc. No hay más que ver el video oficial de la canción para entender lo que digo:
Y volvemos a la horterada máxima
Tras su propia declaración de Independencia frente a los padres del género (sin dejar de reconocer su influencia y legado), Manowar transita hasta la costa de un territorio del que serán sus primeros exploradores y que acabaría siendo conquistado años más tarde por unos nórdicos con la cara pintada y adoradores del rey del Inframundo. Porque sí, queridos lectores, Gates of Valhalla es la primera pieza que podemos catalogar genuinamente dentro del universo del Viking Metal. Y no admito discusión posible sobre esto.
Que sí, que Quorthon y sus Bathory fueron los propulsores. Estoy de acuerdo. Que hubo grupos antes que también hicieron algo parecido (Heavy Load, Legend...), también. Pero nadie puede negarme ni que los antecesores suenan como debe hacerlo una banda de viking ni que los predecesores suenan peligrosamente parecidos a lo que se expone en este disco, principalmente a esta canción. Tempos lentísimos pero sin sonar a doom, teclados que crean esa sonoridad épica, letras sobre batallas y mitología, cuerdas que generan una atmósfera envolvente... Y es que si existiera algo parecido al metal atmosférico (creo que lo más aproximado sería el post metal), sin duda, este sería uno de los discos clave. Porque Manowar en este disco abandona todo objetivo de sonar cortantes o directos y, simplemente, te presenta sensaciones, escenarios: una árida playa donde ha ocurrido una tremenda y sangrienta batalla, un prado donde yacen los guerreros que ya han partido hacia el Valhalla, un oceáno que atravesar para llegar hasta las costas del enemigo... Por supuesto, lo hacen con los mejores mecanismos posibles: los arpegios sosegados que recuerdan a las olas del mar del comienzo de Gates of Valhalla, el denso y pesado riff de la definitoria Gloves of Metal o la tremenda voz de Eric Adams en los dos siguientes temas, que representan para mí las dos caras opuestas del disco: Hatred y Revelation (Death's Angel). Porque donde Hatred va carcomiendo toda la bondad que puede existir en la música y se convierte seguramente en la canción con la atmósfera más opresiva de toda la carrera de la banda, Revelation se desliza como una jabalina por el aire para acertar en el punto más central de la diana de ese metal elegante y con clase del que Manowar formaron parte.
Quiero señalar algo de la sabbathiana -ese riff SÍ que lo podría haber escrito Iommi- Hatred y es la espectacularidad de la voz de Eric Adams, y principalmente, su habilidad para hacerse pasar por un instrumento más dentro de la banda. Aunque esto sea una constante durante todo el disco, creo que dónde más se puede apreciar esto es en esta canción. Un instrumento que es vital para una banda que está elaborando su nuevo sonido porque permite rellenar esos huecos en los que los americanos querían dejar hablar a los dioses.
Pero por si la demostración de Adams no había sido suficiente con esa jauría de alaridos sobrehumanos que conforma Hatred, el americano demuestra una vez más en Revelation que sus cuerdas vocales bien podrían estar aseguradas como tesoro nacional. Y aquí me pongo serio, porque si este disco me entró con Gloves of Metal, me conquistó con esta canción. Y principalmente lo hizo a través de los primeros dos minutos. Primero con ese sonido tan nórdico de los primeros compases y más tarde con esos agudos de Adams que dan paso a uno de los riffs cabalgantes más emocionantes del metal de los ochenta. Pero escuchad muy atentamente esos agudos a los que me refiero, porque cuando Adams libera la frase "Dine with the Beast" se queda manteniendo la nota durante unos segundos y a continuación, allí donde los simples mortales simplemente dejarían de respirar, realiza un crescendo es escalas que lo sitúa en el asiento de la izquierda del señor Halford.
Nos acercamos al final de esta aventura colosal y épica, plagada de espadas, sangre, mitología y fantasía. Yo estoy algo exhausto de moverme por el campo de batalla, pero Manowar todavía tiene fuerzas para regalarnos el tema más extenso del disco: March for Revenge (by Soldiers of Death). Muy en la línea de Battle Hymn, la canción nos presenta la ya típica sonoridad épica y nórdica. Y sinceramente, cuando Adams grita eso de "Steel meet Steel" a mí se me pone la piel de gallina.
Y ahora sí, acaba este segundo disco de Manowar, que también supone el segundo acto de esta especie de Sinfonía en la que me he embarcado. Quizá a muchos os sorprenda que en mi Elogio del Heavy Metal esté incluyendo grupos tan poco representativos como los de USPM o estos Manowar menos conocidos, pero precisamente de eso se trata. Todos conocemos los grandes nombres, los grandes discos y las grandes actuaciones, pero quizá nos perdamos algo de la magia que desprenden muchos otros que se esconden bajo la superficie. Porque formar parte de una comunidad que ondea la cantidad de banderas que aparecen en el minuto 2:42 de este vídeo sin diferenciar fronteras, razas o etnias es algo increíblemente emocionante para mí. Y sólo por ser capaces de generar eso en tantísima gente, estos veteranos se han ganado el derecho de ser todo lo horteras que quieran ser.
Puedes ver aquí el resto de la trilogía: