Lo primero que habría que saber de esta pregunta es el "quién". ¿Para quién es peligroso? ¿Quién puede temer lo que llegue a hacer un grupo? Es difícil de responder, pero es más fácil si lo vemos con ejemplos:
Sex Pistols: clase media y alta británica, gobierno, instituciones, empresas...
Mayhem: iglesias católicas, personas con ganas de vivir...
Gemeliers: humanidad...
Se podrían clasificar muchísimos grupos de esta manera y, contrariamente a mí, de forma seria. Pero hay un grupo que está por encima de todos. Un grupo por encima del bien y el mal. Un grupo del que pronunciar su nombre en vano es sacrilegio. Un grupo más conocido que Jesucristo. Exacto, hablamos de los Beatles.
Es fácil entender porque los Beatles han llegado a ejercer este poder sobrenatural sobre la música contemporánea. Definieron un nuevo concepto de música pop, la transformaron de un simple entretenimiento para masas a un arte, un arte que las masas podían entender. Y que les gustaba. Pero debido a su carácter mítico dejaron atrás un legado muy difícil de superar. Así se convirtieron en el grupo más peligroso de la historia.
Año 1965. El grupo ha alcanzado cotas de popularidad nunca antes vistas en todo el planeta. Eran algo parecido a lo que Dethklok representa en la serie Metalocalypse, un grupo que podría ser la tercera potencia económica mundial. Pero hasta ese momento (salvo en algunas ocasiones contadas) los Beatles eran un grupo convencional, no habían roto ninguna barrera musical. Un grupo pop que había encadilado a medio planeta. Podían haberse quedado en eso y los recordaríamos ahora como lo hacemos por ejemplo con Michael Jackson: unos artistas con mucho talento que habían dado en el clavo en el aspecto comercial de su música.
Pero algo cambió en ellos, no se quedaron quietos a disfrutar de su éxito y continuaron su racha. Saltaron al vacío. Con red, pero al vacío. Publicaron Rubber Soul, un disco con una eclecticidad que volaba muy por encima de sus discos anteriores: utilizaron sitares, tempos poco comunes, arreglos de cuerda, letras más introspectivas y oscuras (muy influenciadas por su recién estrenada relación con Bob Dylan). Elementos que distanciaban mucho este disco de su música más ligera anterior.
Pero lo mejor aún estaba por llegar. No contentos con este increíble salto cualitativo, al año siguiente publicaron Revolver, el disco que definió su nuevo rumbo de manera más certera y clara. Podemos encontrar pop barroco en la primera canción pop grabada exclusivamente por instrumentos de cuerda (no guitarras o bajo) Eleanor Rigby, la psicodelia más absoluta en Tomorrow Never Knows, épica y romanticismo en Here, there and everywhere o su lado más infantil en Yellow Submarine. El grupo había evolucionado y parecía que nada iba a pararles. Su experimentación no tenía límites y todo lo que hacían era pedir más y más en el estudio, aunque menos en las giras.
Los conciertos acabaron cansándoles. En 1966, el furor que provocaban allá donde fueran y las continuas giras y presentaciones que concertaban finalmente les pudieron, y se rindieron. Se rindieron en el hecho de girar, pero no de componer. Se encerraron en un estudio durante 129 días y acabaron grabando algo que no se hubiera podido reproducir jamás en directo. Las técnicas de estudio que se utilizaron para su siguiente álbum fueron algo que no se había visto nunca, los ingenieros de sonido tenían que inventar los servicios que los artistas demandaban al momento, ya que siempre querían más. Lo único parecido en el aspecto de producción había sido Pet Sounds de The Beach Boys, pero en su intento de superarlo saltaron muy por encima. Debido a su aversión a las giras y al nombre de los Beatles y todo lo que este representaba para ellos, decidieron que este álbum no llevaría su nombre, lo harían sus alter egos, los Sgt Peppers. Les dio más libertad de composición, creyeron de verdad que eran otras personas, alguien anónimo que podía lanzarse al mar con los tiburones y que los tiburones no le reconocieran. Y funcionó.
Musicalmente hablando, los Beatles estaban a años luz de cualquier grupo de la época. No era tan difícil para ellos, tenían todas las comodidades que el dinero a expuertas y la fama concede a la hora de componer y grabar: tiempo y recursos casi ilimitados. Metidos en sus identidades falsas, diseñaron el álbum como si de un concierto en vivo se tratara, sin pausas ni cortes entre canciones, algo inédito en la época. Utilizaron pistas para montar las canciones de manera impensable, una orquesta les acompañó en la que para mí es la mejor de sus grabaciones (A day in the Life) sólo para crear ese sonido atonal que caracteriza a la pieza y que la corta en los diferentes momentos del día que narra. Y, por encima de todo, crearon el disco conceptual. Algo que se populizaría en las décadas siguientes en todo el planeta. Un disco que contenía una unidad completa dentro de su sonido, una lógica recorría sus canciones de principio a fin, haciendo que no se pudiera concebir el álbum sin alguna pieza. El disco era orgánico. Consiguieron hacer de la grabación de música en estudio un arte.
Y ese arte transformó el panorama musical para siempre. Hay que pensar que todo lo que en ese disco se grabó en el momento actual lo puede hacer casi cualquiera con un buen ordenador y unos cuantos programas de edición, pero hace cincuenta años de esto. La revolución fue total. Estos tres discos de los Beatles son esenciales para entender la música contemporánea de los últimos cincuenta años. La influencia que han tenido se puede notar en casi cualquier estilo, en casi cualquier artista.
Si repasamos las listas que se han creado a lo largo de los años y que comenté brevemente en una entrada anterior (10.000 canciones que escuchar antes de nacer) del tipo Los mejores discos de la historia podemos observar que los Beatles en general y estos tres discos en particular ocupan posiciones siempre dentro del top 10. La lista de Rolling Stones sobre los 500 mejores discos de la historia coloca a Sgt. Pepper como número 1, a Revolver como número 3 y a Rubber Soul como número 5. La muy alternativa NME publicó una lista con las mismas condiciones y encontramos a Revolver en segunda posición. Podríamos seguir así sucesivamente.
¿Qué representa esto? Representa la supremacía que ejercieron y ejercen sobre el panorama musical del pop/rock. No es sólo que ellos plasmaran lo que iba a ser la música posterior, sino que otros se encargaron de que eso pasará positivamente. El hecho de que se les cite tantas veces como el grupo más importante de la historia, que sus discos sean recordados y alabados como el paradigma del rock hace que todo lo diferente a ellos sea minusvalorado de una manera sangrante. Analicemos a los componentes: son cuatro hombres, blancos, ingleses y jóvenes.
La peligrosidad de los Beatles no reside en su capacidad de movilización colectiva contra el sistema. Eran un elemento más del sistema que poco a poco se fue extendiendo a cualquier ámbito. No, su peligrosidad se cimentaba -y todavía lo hace- en la cualidad de establecer un canon musical que se ha reproducido hasta nuestros días. El hecho de que ese canon lo hayan establecido (entre otros, claro) cuatro jóvenes blancos ingleses hace que ese canon crezca asimismo con esos elementos detrás. Toda aquella música tocada por mujeres, por negros o chinos, por ancianos sin un pasado musical exitoso o fuera del circuito de la lengua anglosajona tienen muy difícil instalarse en ese canon que es el dominante en todo el planeta.
Y con esto no quiero decir que dejéis de escuchar a los Beatles inmediatamente, a mí me encantan y los seguiré escuchando siempre, pero sí quiero advertir, ya que desde la crítica musical se debe tener mucho cuidado con las idolatrías. Muchas veces se debe romper con el pasado para entender y apreciar música que poco o nada tiene que ver con el canon que más conocemos. Y que es igual o más importante.
Si repasamos las listas que se han creado a lo largo de los años y que comenté brevemente en una entrada anterior (10.000 canciones que escuchar antes de nacer) del tipo Los mejores discos de la historia podemos observar que los Beatles en general y estos tres discos en particular ocupan posiciones siempre dentro del top 10. La lista de Rolling Stones sobre los 500 mejores discos de la historia coloca a Sgt. Pepper como número 1, a Revolver como número 3 y a Rubber Soul como número 5. La muy alternativa NME publicó una lista con las mismas condiciones y encontramos a Revolver en segunda posición. Podríamos seguir así sucesivamente.
¿Qué representa esto? Representa la supremacía que ejercieron y ejercen sobre el panorama musical del pop/rock. No es sólo que ellos plasmaran lo que iba a ser la música posterior, sino que otros se encargaron de que eso pasará positivamente. El hecho de que se les cite tantas veces como el grupo más importante de la historia, que sus discos sean recordados y alabados como el paradigma del rock hace que todo lo diferente a ellos sea minusvalorado de una manera sangrante. Analicemos a los componentes: son cuatro hombres, blancos, ingleses y jóvenes.
La peligrosidad de los Beatles no reside en su capacidad de movilización colectiva contra el sistema. Eran un elemento más del sistema que poco a poco se fue extendiendo a cualquier ámbito. No, su peligrosidad se cimentaba -y todavía lo hace- en la cualidad de establecer un canon musical que se ha reproducido hasta nuestros días. El hecho de que ese canon lo hayan establecido (entre otros, claro) cuatro jóvenes blancos ingleses hace que ese canon crezca asimismo con esos elementos detrás. Toda aquella música tocada por mujeres, por negros o chinos, por ancianos sin un pasado musical exitoso o fuera del circuito de la lengua anglosajona tienen muy difícil instalarse en ese canon que es el dominante en todo el planeta.
Y con esto no quiero decir que dejéis de escuchar a los Beatles inmediatamente, a mí me encantan y los seguiré escuchando siempre, pero sí quiero advertir, ya que desde la crítica musical se debe tener mucho cuidado con las idolatrías. Muchas veces se debe romper con el pasado para entender y apreciar música que poco o nada tiene que ver con el canon que más conocemos. Y que es igual o más importante.