Bien, este seguramente ha sido (y sea) el disco que más me ha costado analizar. Está claro que Tool no es un grupo fácil. Este disco posiblemente lo sea menos que cualquiera que hayan publicado en su limitada discografía. Sus canciones, muy largas en su mayoría (sin contar los interludios), tienen tiempos poco convencionales, dificiles para una primera -y segunda- escucha, como casi todo en su música. Todo eso es cierto.
No es un grupo para escuchar simplemente por oír algo, ni parece a primera vista que nada de lo que escuches en este disco te pueda llegar a enganchar o emocionar. Sigue siendo cierto; y sin embargo, no puedo sentir más que fascinación por esta banda y en especial, por este disco.
Empezó siendo como una piedra en el reproductor, no había forma de coger el punto de escucha. Pero habiendo leído tanto y tan bueno de este disco me dije que algo tenía que haber. Y vaya si lo sabía. Tras varios intentos el disco poco a poco me fue conquistando y no me ha soltado desde entonces. Una vez te metes (o consigues meterte) de lleno en el universo que crean en cada nueva grabación estos genios la cosa ya no tiene solución, quedarás atrapado.
El disco está plagado de curiosidades surgidas de los análisis fanáticos que gente como yo ha realizado. una de las más extendidas es la creencia de que el disco, al basarse en una fórmula extraída de la secuencia de Fibonacci debería escucharse como una especie de espiral (que la secuencia de Fibonacci forma). Por tanto el orden de las canciones estaría alterado, quedando este de la siguiente forma: 6, 7, 5, 8, 4, 9, 3, 10, 2, 11, 1, 12 ,13. A esta secuencia los fans la acabaron denominando 'The Lateralus Prophecy'. Por otro lado, al poner el elemento restante (la canción número 13) en el núcleo se formaría otro orden, que sería: 6, 7, 5, 8, 4, 9, 13, 1, 12, 2, 11, 3, 10; llamado esta vez 'The Holy Gift'. Curiosidades -incontables- aparte, lo importante de este disco son sus enormes, mastodónticas y trascendentales canciones.
El disco empieza con el sonido de una especie de ensamblamiento mecánico en 'The Grudge' para luego pasar a uno de esos ritmos totalmente fuera de lo común, un riff que se sale de los tiempos y un Maynard James Keenan que demuestra porqué solo él puede estar al frente de un grupo como Tool. Pero este es un grupo donde todos los instrumentos valen lo mismo y tienen el mismo peso, y sobre todo, un grupo que crea verdaderos infiernos para instrumentistas. Cada vez que escucho la batería solo de este tema se me cae el mundo encima. Y es que Tool realizan canciones largas, esta es un claro ejemplo de ello, dentro de discos largos per sé, pero esto no los hace pesados. Aquí no hay relleno, todos los trozos y partes tienen su sentido dentro del contexto del disco, no para crear ambiente, sino más bien un universo. El universo musical más controvertido del mundo. El grito de Maynard por el final de la canción es el punto álgido de la misma y no hace sino dar intensidad a una de las canciones de por sí más potentes del disco.
Enlazando de una manera increíble, sin apenas darte cuenta, 'The Grudge' con 'The Patient' está 'Eon Blue Apocalypse'. Una especie de interludio de apenas un minuto que sirve para tomar algo de aire después del terremoto que hemos pasado y el desierto que nos espera. Y es que 'The Patient', tercera canción del disco, es eso, un desierto rocoso que poco a poco va formando inmensas dunas para al final transformarse en una gigantesca tormenta de arena, en la que solo la voz de Maynard y los extraños arpegios de Adam Jones a la guitarra sirven de guía. Esta se irá extendiendo progresivamente para llegar a otro interludio, más espiritual y fantasmagórico esta vez. Lleva el título de 'Mantra' y sirve de introducción a otro cañonazo de estos genios, esta vez con la entrada a cargo de Justin Chancellor al bajo. 'Schism' tiene un video (os estoy dejando los nombres de las canciones con enlaces a Youtube para que no tengais que esperar a bajarlo) cuanto menos extraño, como todo en su conjunto. Y es que resulta curioso que una canción con semejante ritmo -bromeando, la banda incluso dijo que este tema tenía un tempo de 6,5/8- pueda llegar al nivel de popularidad que ha llegado a tener, pero es que en Tool, lo que toquen, por muy difícil que parezca, suena natural.
Esa es la mayor virtud del grupo, su naturalización de lo complejo. Los distintos puntos de la canción son evidentes, pero se caracteriza por sus pasajes más potentes en general.
Y así llegamos a la parte central, al núcleo de este gigantesco disco, formado por el tándem que constituyen 'Parabol' y 'Parabola' del cual os adjunto solamente un video ya que van unidas, y escucharlas separadas es como leí alguna vez, un coitus interruptus. Esta vinculación entre las dos canciones es para enseñar el Ying y el Yang, el cielo y el infierno de este disco, la calma y la tempestad. El enlace perfecto entre estos temas hace que sea incluso más impresionante el cambio de registro que forman. La sencillez con la que Maynard -y toda la banda- puede cambiar de estar susurrando suavemente a desatar toda una revolución es sobrecogedora. Pero eso sí, nada comparado con lo que viene a continuación.
Una canción que según se dice fue la última en grabarse del disco por los gritos que Keenan propina en el propio tema, por lo que quedo afónico varias semanas. Y no es para menos, en 'Ticks & Leeches' parece que Maynard se desgarre la garganta literalmente mientras canta. Eso sí, vale la pena. Queda una canción furiosa, potentísima, donde todo el grupo lo acompaña en esa agresividad y estructurada como pocas canciones he oído en mi vida. Un estribillo -aunque no sean muy amigos de ellos- completamente fabuloso da paso en un momento determinado a un fragmento pausado. No os dejeis engañar, tan solo es el ojo del huracán, pues tras esto se desatará toda la fuerza y garra que caracterizan a esta canción. Una batería demencial que acompaña a una guitarra y un bajo completamente inhumanos, dan paso a un Maynard en toda su plenitud. Increíble e imprescindible.
Tras esta fuerza descontrolada empieza 'Lateralus' (os recomiendo encarecidamente este video, donde explican todas las curiosidades encontradas de la serie de Fibonacci en la canción, además de su significado y letra) de una forma calmada pero contínua que, tras un prefacio más eléctrico, quedarán solos voz y batería para que los otros instrumentos vayan incorporándose poco a poco hasta llegar al estribillo. Después de un pequeño solo de bajo el grupo vuelve a ese estado de tranquilidad que irá in crescendo, hasta convertirse en otro de los cañones que forman el galeón que constituye este disco.
Una canción como la que contnúa sin duda es algo digno de mención. Y es que 'Disposition' relajaría hasta a un zombie de '28 días después'. Aunque eso sí, aquí, y sin que sirva de precedente, Tool me recuerdan mucho a los grandísimos Black Sabbath con su 'Planet Caravan'. Está claro que no se parece en la música (notas, tempos y demás) pero sí en su estructura y sobre todo en su forma. En cualquier caso una gran canción. Con un enlace prácticamente perfecto -a cargo del monstruoso batería Danny Carey- llega 'Reflection', una canción que sigue la línea de su anterior pero ampliándola a límites insanos, con unos ritmos hipnóticos que te sumergen en lo que bien podría ser una sesión de yoga relajante con una buena dosis de psicotrópicos, pero sin dejar de lado ese toque potente que utilizan siempre de forma progresiva.
Por último, el final constituido por las instrumentales 'Triad' y -si se puede llamar instrumental- 'Faaip de Oiad' (que significa Voz de Dios en el idioma enoquiano) resulta desquiciante, sobre todo debido a este último corte. 'Triad' me suena a una suerte de mezcla de todo el disco que ya ha sonado, pero con ingredientes nuevos, una maravilla musical. Mientras que 'Faaip de Oiad' constituye un corte donde la voz que se escuche corresponde a un llamante del programa americano de radio Art Bell's donde este aseguraba trabajar para el Area 51. El texto que relata lo podeis encontrar en el propio video de Youtube adjuntado. Una excentricidad de genio que tiene todo el sentido del mundo dentro de este disco, ya que habla de la espiritualidad humana, de como nos comportamos y de la existencialidad.
Este disco forma uno de los ejemplos más grandiosos de lo que el rock, junto con otras disciplinas, nos puede aportar. Porque todo lo que se mezcle bien, puede aportar algo novedoso y grande para la música (y para todo en general). Se convierte por tanto en uno de mis candidatos a disco de la década pasada, y uno de mis cinco favoritos de todos los tiempos. Un disco que completa cualquier colección melómana.
Un disco para escuchar y no oír.
Miembros:
Maynard James Keenan - Voz y teclados.
Adam Jones - Guitarra eléctrica.
Justin Chancellor - Bajo eléctrico.
Danny Carey - Batería y percusiones.