We'll Burn the Sky - Elogio del heavy metal en tres movimientos (I)


Primer Movimiento - Acero, Truenos y Gloria (Descubriendo el USPM)
Deliver us from evil today, deliver us from evil we pray!

Para continuar con mi búsqueda tal y como había planteado en mi anterior entrada necesitaba desandar lo andado. Por ello me dispuse a recorrer la web de Rateyourmusic, sitio en la que había pasado largas horas durante mi adolescencia consultando listas sobre los mejores discos del heavy metal. ¿Qué trataba de conseguir? Información. Mi búsqueda iba dirigida a conocer más y más y con ello descubrir la canción perfecta, el disco perfecto, el grupo perfecto. Evidentemente eso nunca llegó, aunque hubieron algunos por el camino que se quedaron muy cerca los estándares.

Pues bien, una vez establecidos los parámetros que quería seguir, caí en la cuenta rápidamente de algo fundamental: me sabía todas las listas. Ya conocía todos los discos que iban a aparecer en ellas: el magnífico streak de los cuatro primeros discos de Black Sabbath, Zeppelin o Deep Purple, las mejores rachas de Iron Maiden o Metallica, el increíble Sad Wings of Destiny u otros tantos de los Metal Gods. y ya dependiendo de los gustos del reseñista podríamos ver más discos de power, como podrían ser los primeros de Helloween, Hammerfall, incluso Angra o Gamma Ray, de thrash (Slayer, Testament, Megadeth, Anthrax, Overkill, Kreator), incluso del Death más primigenio (Death, Morbid Angel o Cannibal Corpse). Y ojo, no me malinterpretéis, yo adoro estos discos tanto como estos usuarios que los incluyen en sus rankings, pero no era esto lo que estaba buscando. Quería salirme del canon del heavy metal, ahondar en sendas ocultas a la vista y bucear entre aguas pantanosas.

Cuando casi me había dado por vencido con rateyourmusic algo pasó: dí con una lista con álbumes de los que poco o nada había oído hablar en los primeros puestos del ranking. Grupos como Manilla Road, Cirith Ungol, Warlord, Heavy Load o Jag Panzer se enmarcaban dentro del top de este autor. Receloso, me puse a investigar dichos grupos para saber si lo que estaba diciendo este hombre tenía sentido o era una completa exageración. Ahora puedo decir sinceramente que tenía más de lo segundo, pero mucho me temo que el propósito de este autor no era precisamente la exactitud ni el rigor en su elaboración de la lista, sino otro bien distinto. Lo que me parece que intentaba -y que consiguió conmigo- era el abrir una puerta a un mundo que gran parte del público desconocemos. Por supuesto, estoy hablando del fascinante mundo del United States Power Metal (USPM).

Os voy a resumir en tres puntos principales porque este descubrimiento ha sido tan importante y cautivador para mí a estas alturas de mi vida:
  1. Porque tras quince años escuchando infinidad de subgéneros del metal pensaba que era imposible que algo me sorprendiera. Sabía que podían surgir nuevos estilos, pero no que pudiera descubrir un movimiento como este que prácticamente se gestó con un año o dos de diferencia de la NWOBHM, el punto de partida que definió realmente lo que íbamos a considerar heavy metal. 
  2. Porque sin duda alguna este subgénero representa lo mejor del metal. Son un puñado de bandas con mucha ilusión y un objetivo en mente: sonar diferentes al resto. Se puede percibir en sus discos y en su música todo lo naive que era esa época y todos los sueños que habían volcados entre sus partituras.
  3. Y porque, por encima de todo, estos grupos me devolvieron la ilusión adolescente por esta música tan increíble y que tanto me ha aportado. Al final siempre somos los mismos, pero con el paso de los años nos disfrazamos con diferentes caretas. Estos grupos me recordaron que yo siempre seré ese metalero que empezó a entender lo que era realmente la música entre discos de Mago de Oz (no lo voy a esconder), Led Zeppelin, Metallica y Scorpions.
No os voy a hacer una guía o una reseña de este estilo porque para eso tenéis el magnífico trabajo de esta página, donde podéis encontrar definiciones, discos recomendados, la evolución del género desde los ochenta...en definitiva, toda la información importante sobre el USPM. Lo que sí os voy a intentar transmitir son mis sensaciones cuando comencé a escuchar estos discos y el poder de seducción que creo que tienen.

Y es que esa ilusión de la que os hablaba en estos discos es tan palpable que se contagia. Ahora puedo entender porque al autor de la lista le fascina tantísimo el género, ya que esa mezcla que contiene del heavy metal primigenio, letras y temática épicas con todo un aire de misticismo alrededor de cada grupo es algo que a mí también me ha conquistado. Por supuesto, debemos reconocer que ninguno de los cuatro discos que he seleccionado para componer este texto (Crystal Logic de Manilla Road, King of the Dead de Cirith Ungol y Deliver Us de Warlord -el cuarto lo sabréis más adelante-) tienen una calidad de sonido espectacular. Hay que pensar que son los primeros discos de grupos sin demasiado presupuesto y la producción no es la mejor, pero poco importa eso cuando te colocas los auriculares y el estallido de acero comienza.



Un estallido que se engarza casi sin querer con todas tus vivencias. Y es que el poder de la música es algo que siempre me fascinará. Puede almacenar recuerdos que despiertan con un acorde de guitarra, generar sentimientos que ni siquiera sabías que podían existir, darle sentido a aquello que te ronda la cabeza y no tiene demasiada explicación o crear atmósferas que te transportan directamente a un mundo nuevo y desconocido. Entre muchas otras cosas, los grupos de los que hablo hoy son de este último orden.

Tanto Manilla Road con su Crystal, como Cirith Ungol con el King y Warlord con el Deliver consiguen algo tremendamente complicado: sonar tan originales y propios que desarrollan para el oyente toda una intricada red de nuevas sensaciones, como si de descubrir un nuevo mundo se tratara. Mientras que Manilla Road se las apañan para darte alguna poción mágica -de las que pueden formar parte de sus letras -y que así te sientas como ese vikingo que nos saluda alegremente desde la portada, cabalgando a lomos de su corcel directamente hasta esa especie de ciudadela extraña donde quizá alberguen tesoros, donde quizá alberguen peligros y donde seguro albergan batallas; Cirith Ungol presentan una propuesta directamente inspirada por los Sabbath época Ozzy, con una música que consigue desarrollar a tu alrededor un universo formado por las cavernas y mazmorras más oscuras de la creación. Y qué decir de Warlord. Tal y como muestra si inquietante portada, desde que comienza la batería a marcha marcial de su Deliver Us parecemos adentrarnos en un castillo embrujado, en algo que bien podía la famosa casa Usher de Poe, despojada quizá de su maldad intrínseca y dotada de cierto misticismo inocente. 

Así que ahí estaba yo, delante de mi ordenador, viajando a través de escenarios, historias y mundos diversos a través de tan sólo unos acordes de guitarra. Y a la vez que podía escuchar esos universos había algo más que sentía en la música de estos americanos que no podía quitarme de encima y que de alguna era lo que mantenía abrazado a ellos. Algo que me transmitía un cariño especial por estas personas que tanto esfuerzo habían dedicado a sonar diferentes al resto. Al principio no podía identificar de que se trataba, pero más tarde, investigando las biografías de cada uno de los grupos lo vi claro: lo que en realidad estaba escuchando eran los sueños rotos de un grupo de veinteañeros que volcaron todas sus ilusiones en una industria que les dio la espalda cuando más la necesitaban.

No hay que olvidar que estamos hablando de tres discos (o cuatro) que vieron la luz entre el 83-84, y quizá simplemente sus propuestas se quedaron atrapadas entre dos mundos que darían forma y color al mundo del metal americano en los siguientes años y que se estaban forjando paralelamente. Por un lado, en el mundo mainstream el país abrazó los excesos del glam metal fuera de los escenarios y su sencillez estructural dentro de ellos. Por otro, el thrash metal se alzaba desde el underground como un inmenso y violento Golem que poco a poco conquistaría -por unos años al menos- el trono del metal. Y en medio de estos dos titanes se encontraban estos grupos, que con su grandilocuencia y épica no lograron encandilar al gran público.

Quizá el escuchar un doom ¿progresivo? como el que practican los Ungol era demasiado (no todos pueden ser Black Sabbath), el mezclar el speed metal con la épica de la Necropolis de MR no enganchaba lo suficiente o prácticamente inventarte la forma de tocar un género con su Child of the Damned (unos cinco años antes de que el power se expandiera por todo el globo) fuera algo que Warlord no supo sobrellevar. Y digo sobrellevar porque Warlord especialmente fue un grupo que quería por encima de todo triunfar. Pusieron todos sus esfuerzos -físicos, económicos y mentales- en la grabación de un disco en falso directo que -según pensaban- los lanzaría directamente a la liga de los más grandes. Sobra decir que, pese a la calidad del álbum, poco más se supo de esta banda hasta dos décadas más tarde, donde pudieron volver gracias a una base de fans de culto que los reclamaba. Muy lejos quedaron todos esos sueños de estrellato y de invadir de metal cada casa estadounidense.

Por la razón que fuera, no me cabe la menor duda que cualquier de estas formaciones podría merendarse sin problemas en calidad y magia a grandes bandas que hoy cuentan con el beneplácito de la audiencia. Pero he de decir que hasta ahora no he sido del todo sincero con vosotros, porque esto es lo que me he estado guardando durante todo el post: hubo una banda que sí consiguió traspasar esa frontera y crear un cisma entre los dos dimensiones predominantes. Dentro de esta vorágine de nuevas bandas, estilos y prácticamente galaxias enteras, un grupo surgió como un trueno en el firmamento para conseguir ganar la batalla que sus compañeros habían perdido con un disco sin precedentes que marcaría las bases de diversos estilos en el futuro y los situaría como el epicentro del metal americano por excelencia. Como ya habréis imaginado, no podía estar refiriéndome a otro disco que el Into Glory Ride de los -autoproclamados- reyes del metal, Manowar.

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